SEMBLANZA

(ALBERTO GABRIEL OCAMPO)

 

Por Alberto Guillermo Luis Ocampo (Beto)

Segunda Edición del libro “CANTO ANTE EL MUNDO” 1978.

Lector amigo:

 Acabáis de leer el libro original publicado al finalizar el año 1934 en los “Talleres Gráficos Argentinos L. J. Roso”, Doblas 951, Bs. As y que gracias al sistema offset, se ha reproducido con toda exactitud sin agregar ni introducir corrección alguna, para no quitarle el méri­to que nos depara todo lo pasado.

 No vamos a hablar del libro en sí, ya que con los prólogos y las transcripciones de comentarios periodísticos y cartas repro­ducidos sobre el mismo, todo queda dicho; pero sí haremos a con­tinuación una rápida síntesis cronológica sobre la vida del autor, su obra y sus inquietudes, malogradas en gran parte por ese sino que suele acompañar a los vates, como un axioma fatalista en la lucha por la quintaesencia del vivir.

 Nace el 16 de Octubre de 1901 en el pintoresco distrito de Sañogasta del Departamento Chilecito, Provincia de La Rioja, República Argentina. Primogénito de don Luis Jesús Ocampo y de do­ña Vicenta Durán Martínez, era un niño inquieto que resultaba el encanto de éstos y de cuantos vecinos le conocían, por lo que vivió su infancia rodeado del afecto común que suele definir, a la postre, los valores morales e intelectuales del ser humano. Siendo su padre por aquel entonces Jefe de Correos, pernoctó en diferentes lugares de la provincia hasta que se afincaron en Guanchín, ensoñativo pueblo encavado en las estribaciones del Famatina, donde se familiariza con las actividades campestres, aprende a domar chúcaros y ayuda en todas las faenas agrícolas.  Luego se instala en Chilecito, donde realiza sus estudios primarios y secundarios hasta obtener el título de Maestro Normal en el año 1921, en la Escuela Normal de esta ciudad, que hoy lleva el nombre del más esclarecido hombre público de estas tierras, el Dr. Joaquín V. González.

En 1917, el ilustre Joaquín V. González descubre al joven poeta en ciernes conforme ya lo dijera el prologuista Fausto Burgos; tiempo después es laureado por el gran maestro en la base de la Tribuna de Demóstenes en Samay Huasi, con una significativa corona de flores ante parientes de aquél y amigos de éste.

A partir de ahí se suceden como “cuentas de rosario” las publicaciones poéticas del bardo adolescente en periódicos locales, de otras provincias y aún de Montevideo, Chile y Cuba.

En el año 1922, en el periódico “El Tiempo” de Córdoba, con mo­tivo de una publicación de referencias de personalidades de las “Altas Letras”, se decía:

 Mas hoy se destaca majestuosamente  la figura de Alberto G. Ocampo.  El mundo literario ha de saludar en el futuro al genio joven bendecido por la naturaleza. Y la historia de la literatura ha de reservar una de sus predilectas páginas, para escribir su preclaro nombre, recopilando ella todos los luminosos trabajos del discípulo de “Almafuerte”, para que mañana su obra sea cantada por el inmortal juveneo  y descrita por la pluma maravillosa de Homero. Cual un vidente, escribió un trabajo Intitulado “Incorpórea” anunciando la muerte y la desgracia., que venia a pronosticar la reciente catástrofe de Chile en  sus viriles y sabios versos. Este trabajo fue enviado mucho antes del cataclismo, pero la poetisa chilena, Alda Moreno Lagos, no pudo dar cabido a tiempo, por estar el material completo de la revista “Educación”

En 1924, luego de sortear difíciles situaciones económicas, publica su primer libro de versos: “Preludio en la Montaña”, que recibe el  elogio unánime de la prensa especializada del país y, movido por tal triunfo, en 1926 publica “Natal”, “Vigoroso libro narrativo” que le consagra definitivamente como poeta y escritor de múltiples facetas, dentro de su patria y también en el extranjero.  A pesar de su juventud – 25 años, es ya tenido como un maestro de las letras telúricas y virginianas.

Pero junto al cultivo infatigable del escritor corría paralelo el sentimiento afectivo por los destinos  socio-políticos de su patria chica y grande, y es así como actúa enérgicamente en un bando político que le lleva, en las luchas fraticidas de aquel entonces, a recibir un balazo en la pierna derecha cuya bala aún conserva como una reliquia im­perecedera de sus acciones.

En 1928, por razones muy íntimas y por falta de comprensión de sus coterráneos, se ve obligado a marchar de sus queridos lares, instalándose como maestro rural en Balcarce (Bs. As.) y. presentándose en un concurso literario de la Agrupación “BASES de La Plata, logra el primer premio con el poema ‘La Suprema Nupcia” que habéis leído a partir de la página 46.

El “CONDOR” – como ya le llamaban – no podía permanecer mucho tiempo alejado de sus magnificas montañas salpicadas de perennes nieves y regresa, avizor y glorioso, a seguir cumpliendo su destino de vigía luminoso.

Corría la crisis de 1930 y le encontramos desempeñándose como Director de la Escuela Nuevo Tipo en La Rioja, cuando, por razones políticas, es cesanteado de su función. El estudiantado del Colegio Nacional y las fuerzas vivas realizan gestiones, que llegan a tomar un cariz de levantamiento público, ante las autoridades guber­namentales que hacen oído sordo. Loa petitorios al Interventor Federal Moneta, al Ministerio de Instrucción Pública, etc., am­pliamente publicitados por la prensa local y de otras provincias, demuestran el respeto y el afecto que sentían hacia el artista. Y educacionista de valla.

Pedíanlo como profesor del Colegio Nacional. Se exigía reparar el daño llevándolo a un más distinguido cargo. Pero la mezquindad y la fobia de los mediocres le dejó en el más sombrío abandono que, lejos de apabullarlo, le lleva a pronunciar una con­ferencia sobre “Joaquín V. González en la Intimidad” que pone de relieve nuevamente sus ya valiosas dotes de fino orador, con­ferencista y educador. Esta conferencia se publica ese año bajo los auspicios de la Biblioteca Popular de La Rioja. Además lo impulsa a salir en un ciclo de conferencias y recitales por las provincias de Cuyo, donde su tierna inspiración sumada a su fácil y elocuente pala­bra y a su férrea decisión enardece al público, tanto que, el periodista A. Gennini al dar noticias de la Gira de Ocampo en el periódico “El independiente” de La Rioja, el 7/4/32, entre otras cosas dice:

“En Sanjuán Ocampo despertó furor… Antes de su llegada todos los diarios: “Tribuna’, “Diario Nuevo’, “Crónica”, etc. lo habían anunciado. Recibió en las radios González y Cía. y Grafiña. Las noches que anunciaban por radio los recitales de Ocampo, se poblaban de gente las confiterías y los locales de familia para escuchar al poeta. Las más destacadas personalidades del intelecto y de la política se acercaban al teléfono para felicitarlo. También el teléfono se solaza­ba esas noches con voces musicales femeninas… En Mendoza, nuestro poeta, sintió colmado su éxito. En la estación lo recibieron los más destacados intelectuales y periodistas y toda la colonia riojana juntamente con un selecto público mendocino que deseaba conocer al muchacho alto de la corbata amariposada y del chambergo negro de alas anchas. Recitó en la Radio Oficial y en la Radio Cuyo LB 10, ha­biéndosele pedido telegráficamente desde Bs. As. y Chile, que repi­tiera varias de sus poesías. A pedido del público dio una conferencia en el Salón de la Escuela Patricias Mendocinas sobre la personalidad de Joaquín V. González. Ocampo, esa tarde, llevo hasta el delirio con su verbo galano y vibrante, en una improvisación nunca oída en Mendoza según declaraba el auditorio. Esta conferencia provocó varios banquetes y continuos bailes y paseos en honor del poeta. Se le requirió una segunda conferencia que fue dada en el mismo salón sobre “Aspectos de la patria chica y la patria grande”, tema que reveló a Ocampo como un profundo psicólogo de la raza, sociólogo, crítico, etc, pues afrontó en forma honda y bella asuntos delicadísimos de las provincias y de la Nación. Al terminar subió al escenario apresura­damente el Senador Nacional Cruz Vera, seguido de otras personali­dades para abrazar al poeta”

Razones de familia le obligan a retornar a su solar y no pudiendo continuar con sus giras, acomete la dura pero necesaria tarea de publicar un periódico: “La Voz del Oeste”, del que es director, re­dactor y tipógrafo”, publicación que mantiene hasta 1934. Por el contenido de los artículos editoriales sus adversarios le mandan a asesinar nuevamente, hiriéndole esta vez en el brazo derecho; además le costó un proceso iniciado por el entonces Presidente Justo que, una vez aclarados los diferendos, recibe como premio el reconocimiento a su fecunda y viril producción literaria al otorgarle el titulo de Profesor de Castellano y Literatura, por acuerdo de Ministros del Gabinete Nacional, el que es convalidado el 13 de Agosto de 1940:

“CONSIDERANDO: Que el recurrente ha sido confirmado como Profesor de Castellano en la Escuela Normal de Chilecito (La Rioja), en virtud de lo dispuesto por el Art. 50 del decreto de fecha 21 de junio de 1934 y que, además, como lo informa la Inspección General de Enseñanza, se ha destacado en su labor intelectual como autor de libros, algunos de ellos de positivos méritos, EL VICE PRESIDENTE DE LA NACIONARGENTINA, en ejercicio del Poder Ejecutivo, DECRETA Art. lº – Habilitase al Señor Alberto Ocampo (CI 1901, DM. 47, M. 2.982.251) para impartir la enseñanza de Castellano y Literatura en establecimientos dependientes del Ministerio de Justicia e Instrucción Pública. Art. 2º Comuníquese, publíquese, anótese, dése al Registra Nacional y archívese. Firmado; Castillo-Jorge Eduardo Coll”

Al finalizar el año 1934, aparece su nuevo libro “CANTO ANTE EL MUNDO”, cuya segunda edición es la presente. Al mismo tiempo es laureado con el primer premio en el Concurso Literario de la Biblioteca, auspiciado por la Asociación Mariano Moreno, con me­dalla de oro Gobierno de la Provincia de La Rioja, por su “Canto al Paisaje Riojano”.

Ln 1936 insiste nuevamente en el periodismo con el semanario KUNTUR”, el que sostiene prácticamente con sus magros recursos por la falta de apoyo económico del medio hostil hasta 1940, en que es nombrado profesor de Castellano y Literatura, que, juntamente con otras materias dicta hasta 1966, año en que se jubila como docente, despreciando la posibilidad de hacerlo como ex-diputado. Sus clases son brillantes, más que profesor sabía ser amigo de sus alumnos, los que lo visitaban asiduamente en su casa para departir amablemente debajo de los algarrobos, higueras, nogales y parrales que daban sombra permanente a su amplio patio con el fondo musical del canto de chicharras y coyuyos. Varias generaciones de hombres y mujeres supieron valorar sus enseñanzas y, hoy agradecidas, le visitan, le recuerdan y le honran con frecuencia.

En 1941 emprende en su modesto taller de imprenta la publicación de su diminuto —por su tamaño— libro de bolsillo titulado “LA CANCION DE LOS VALLES” (poesías), que sumándose a los anteriores, recibe el beneplácito general. Ese mismo año aparece también el libro “LAS ALMAS DE KUNTUR” (cuentos y poesías) en igual formato que el anterior, teniendo igual acogida.

Sus poesías, cuentos, novelas, estudios, comentarios, etc., se siguen publicando en diarios, periódicos, revistas y libros del país y del extranjero, en lapsos prudenciales, lo mismo que sus discursos y conferencias. En el diario “La Rioja” del viernes 20 de Febrero de 1948, aparece la siguiente noticia:

“La Universidad Agrícola Popular de Chile, por Intermedio de la notable periodista chilena Iris Santana Oecks, Presidente del Comité Pro-Continentalización comunicó al “distinguido periodista y talentoso poeta de las tres Américas Alberto G. Ocampo que fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad citada”

“Tan honrosa distinción se debe a los artículos y poemas de fondo que el poeta Ocampo viene publicando en diarios y revistas de Norte, Centro y Sud América, sobre las necesidades del agro en el Nuevo Mundo”

“Como nadie es profeta en su tierra, contrasta este honor con el desaire político que le hiciera recientemente la fracción oficialista de la que felizmente se alejó”.

“Felicitamos a nuestro  consagrado cantor de la tierra y el alma nativa”

En 1949 es electo diputado provincial, haciendo vibrar la Cámara con sus improvisaciones, hasta que al año y medio denuncie graves desfalcos administrativos, pidiendo la Intervención federal a la provincia; pero los intereses personales por una parte, la adulonería por la otra, le tendieron una celada y le obligaron a renunciar y salir del país junto a su familia ya numerosa. La mediación del entonces Senador Nacional Don Diego Luis Molinari le soluciona la situación y, resti­tuido a las cátedras es, sin embargo, víctima junto con su familia y amigos de una sistemática persecución.

En 1906, al prologar el libro “Don Pantaleón Patán” del Dr. Germán Saraví, escribió proféticamente de tal guisa:

Desde hace muchos años la cultura, en varios países, especialmente en América, consiste en ir contra la cultura. La medalla de la falsa civilización ostenta en el anverso la Instrucción y en el re­verso la Educacá5n; las dos imágenes simbólicas asomaron la cabeza por el dorado borde y, por mostrarle las uñas esmaltadas, se pincharon los ojos… y van ciegas. De ahí la ceguera de la ambición con que el semianalfabeto o el indigno conquistó e1 gobierno, la función pública, para enriquecerse y privilegiar familia y adláteres, en de­trimento de la solución de las necesidades del gobernado, del progreso de las naciones; la consecuente del acomodo, por la que los individuos de todas las edades y de ambos sexos se someten a la dádiva hecha Institución, clave de la esclavitud en el pentagrama de la política, donde escriben sus notas fementidas, los oligarcas para aturdir con trombones a los demócratas y viceversa, las derechas para encantar con sirenas a las izquierdas y mano a mano, los dic­tadores para despertar con tambores y clarines a los tiranos, mientras el rebaño se deja arrullar por el resto Instrumental de la banda; la ceguera de la gloria “egolátrica” o “egotista”, que, desde los centros absorbentes en el campo de las letras, las ciencias y el arte, establecen el control de los valores aureolando la mente endeble y echando sombras sobre el ingenio, a veces sobre el genio, en con­nivencia y convivencia con la prensa de igual pretensión laudatoria, de lo que resulta un yuyal de autores cuya parva de “libros”, en la trilla de las consagraciones definitivas, no da un grano, ni siquiera el trillado “grano de arena” que a menudo nos ofrece la inutilidad, y como broche de salivosa compañía, el pregón en favor de las re­voluciones con la misma mano y la misma tinta, en los mismos ór­ganos que dejaron impreso el pregón en favor del latrocinio y la mordaza su acto de contrición. “La historia se repite”: la de la resistencia al perfeccionamiento que plantea la mar de confusiones: el ignorante reacio al saber aspira a lo del que sabe; los entes de las ciudades rehuyen el campo y los del campo se hacinan en las ciuda­des, uno y otros estereotipando los complejos de inferioridad, muro de contención a la evolución material y espiritual de las colectividades; las actividades del deporte se multiplican en exclusividad, con desdén casi absoluto de la capacitación integral, en una avanzada alarmante de idénticos complejos: el ocio, la negligencia y la inhabilidad simulan en la inhabilitación para el trabajo, a fin de alcanzar la pro­tección del Estado exigiéndole a éste hasta la impotencia (son sor­prendentes las cifras de pensiones en los presupuestos); cunde la di­versión con amargo viso de libertinaje, rompiendo el equilibrio de la felicidad, exento de la moderación, del sacrificio; y las susodichas predisposiciones se afanan y ufanan en la búsqueda de eso que propugna la tontería del interés avieso, la igualdad, discriminada como ridícula e imposible con el ejemplo de la propia naturaleza. He aquí el negro y triste panorama de la ceguera contra la cultura. La reacción, sólo podrá lograr para él la luz del altruismo, siempre que no olvide el terrible espíritu de la máxima infalible: “Dios ciega a los que quiere perder”

“Dentro de ese panorama vino nuestro país, para peor en­negreciéndolo hasta la máscara con otra ceguera más que asimila con facilidad cualquier estado propicio: el desoído de los gobernantes a las sanas voces imparciales cuyo patriotismo avizora el peligro, el apañamiento del desfalco y del fraude, el avenamiento y engorde a la vez – como invernada – del comercio para gravar el costo de la vida y la tolerancia para individuos y sistemas ajenos a la idiosincrasia americana y particularmente argentina, de intención foránea y finalidad exótica, que, a pesar de haber costado en su fracaso millones de vidas inocentes al universo, se agazapan persistentes en la antonomasia de la Nación. Tan rebelde o crónica es la ceguera que para su cura o corrección no han bastado los consejos oportunos y sanos de grandes pensadores. Anatole  France dijo que Argentina y Estados Unidos están llamados a alcanzar la hegemonía del mundo. Nuestro país la perdió por aquella rebeldía y Ortega y Gasset expresó, compenetrado en la relatividad del concepto que Argentina era un país tan rico que hacía cincuenta años los políticos se empeñaban en arruinarlo y todavía no lo podían conseguir. La ceguera fue hasta ahora dura de pelar: las cataratas son nubes de acero”

“El panorama así ennegrecido no se justifica: no se llegó a ningún apogeo para estar en decadencia, se está en terreno re­trógrado”

En 1962 visita Córdoba por razones de salud y se le solicita una conferencia que tiene lugar en el Salón Auditorio de Radio Nacional sobre “El Pensador de Samay Huasi” (Fragmento del libro inédito “LA MULTIPLICIDAD DE JOAQUIN y. GONZALEZ”. La misma es publicada por la Universidad Nacional de Córdoba.

En 1972 publica su último libro ‘EL MILAGRO EN LA TEA­DICION” El diario “La Prensa” de Bs. As en un comentario literario del 4-2-73 firmado por Héctor A Cordero dice:

“He aquí otro libro cuyo autor, temas e impresiones no tiene nada  que ver con Bs. As., sino con otros sitios del país. El hecho es alentador porque la ciudad porteña debe dejar de ser el sólo único  punto del territorio en el que se debe aprobar o desaprobar terminantemente  lo que se hace en él para su validez. Alberto G. Ocampo,  entre otros que  ya lo hacen, cumple con ese propósito al darnos este libro en el que alternan poemas y narraciones…”

“Lo más destacable de la obra es el fervor, la fe religiosa puesta en cado composición, sea en prosa o en verso.

Y el poema  “EL Niño de Hualco”, escrito en versos corridos, directos, con los  que logra descripciones de notables sugerencias, tal la promesa de lluvia durante una, gran sequía:

Como un temblor fugaz  e imperceptible

se deshizo una ráfaga.

Se extendieron las cimbas luminosas

en cabelleras vagas de fantasmas.

Hacia el anochecer iba el nublado

ennegreciendo pueblos y campañas…

La madrugada del 24 de Septiembre de 1973, entre las 3 y las 4 horas, sufre un espasmo cerebral que, felizmente no daña más que un cincuenta por ciento su facultades mentales y físicas.

En el curso del año 1977 debió soportar dos operaciones de la enfermedad de los viejos” que, como toda su vida, supo afrontar con  inigualable valor.

Su vida corre cotidianamente en una mesiánica paz, armonizada con lúcidos momentos de charlas íntimas y de gratos recuerdos espirituales.

Ante su estado actual, y comprendiendo el valor intrínseco de su obra y el cambio progresivo que se está operando a nivel nacional en lo relativo a la educación y la cultura en general, como en lo socio-político del actual proceso por el que nuestra Patria camina, sus hijos hemos realizado el esfuerzo común para publicar esta obra en segunda edición, en la imprenta de nuestro padre y autor, para compensarle en algo sus inquietudes tantas veces soñadas y postergadas, y en la esperanza de que el cambio generacional que ha de operarse como un imperativo de la hora presente, sepa, a su vez, valorar y compensar la obra y el sacrificio aquí enunciados.

Como corolario ofrecemos un quinto recital de poesías que terminarán de dar al lector, una impresión acabada de la obra y vida del autor.

Alberto G. L. Ocampo (hijo)

Chilecito (La Rioja), Enero de 1978