Del libro “Canto Ante el Mundo”, Recital “La dicha de la Angustia”. de Alberto Gabriel Ocampo

 Feliz primavera:

 Igual que pusiste tus galas,

 besos y canciones

 en aquestas plantas,

 pónlas en mi viña,

 en esta mi viña tan pálida.

 Hoy son muchos ojos llorosos

 los cortes que hiciera en las parras

 la mano del hábil viejito

 con la podadora acerada.

 ¡Pobres parras desnudas

 de mi viña serrana!

El jugo que chupan del suelo,

la savia,

brota como un llanto

por gotas temblantes y claras;

 y el sol parpadea

los hilos de luz con que irradia,

en la intermitencia muriente

de todas las límpidas lágrimas…

 Madre, madre mía,

 la viña con ti se compara.

 La gran Providencia, divina,

 con su poda sacra,

 dejó siete vástagos tiernos

 que están arraigados en tu alma.

 Llora por sus ojos,

 madre buena y casta:

 racimos de amor hechos versos,

 dinero y holganza,

 serán, ah, los frutos eternos

 de tu gloria santa.

 Llora por sus ojos y deja que lloren,

 ¡así… como lloran las parras!…

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